Hacienda somos todos (los gilipollas)
Ministerio de Hacienda, no podemos defraudar por ti. EFE
Este mes, tu panadero, tu farmacéutica, tu profesor, tu mecánico, o la dependienta del Zara del centro comercial han hecho frente al segundo pago de la declaración de la renta. Millones de trabajadores honrados han cumplido sus obligaciones como ciudadanos. Nada tiene de heroico, es el precio a pagar por disfrutar de carreteras, escuelas, hospitales, seguridad o televisión pública. Esas son las reglas del juego de la ciudadanía. O al menos lo eran hasta que el Gobierno de nuestro país puso en marcha la amnistía fiscal.
Que Hacienda no somos todos lo sabe cualquiera, al menos cualquiera que tenga domiciliado el pago de la declaración en su banco. Ayer, quizá fue ese vecino tuyo, ése que ni siquiera te habla del tiempo en el ascensor pero que quiere ser tu amigo en Facebook, el que comprobó que el extracto de su cuenta corriente había disminuido en favor de las arcas del Estado. No es ninguna proeza, ponerse al día con nuestros impuestos es lo habitual por estas fechas. Al menos, lo habitual para la clase social a la que Montoro pide ” los sacrificios importantes”. Ésa, de izquierdas o de derechas, tanto da, que asiste impasible a que un gobierno amparado bajo el paraguas de la mayoría absoluta rompa la baraja con la que hasta ahora se jugaba a la democracia.
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