La renta básica, vista por Varoufakis
La RB es defendida como una medida posible por activistas, movimientos sociales y ciudadanía en general para hacer frente a las consecuencias de las políticas económicas austericidas
DANIEL RAVENTÓS / JULIE WARK (SINPERMISO)
SIN PERMISO
1 DE JUNIO DE 2016
Las noticias directa e indirectamente relacionadas con la Renta Básica, una asignación monetaria incondicional a toda la población, se están reproduciendo aceleradamente en las últimas semanas. Vamos a referirnos solamente a tres de estas noticias.
Empecemos por la conferencia en defensa de la RB que realizó Yanis Varoufakis en Zúrich el pasado 5 de mayo. Varoufakis es un economista de una indudable competencia que, desde su participación en el primer Gobierno de Syriza y por su oposición a las imposiciones austeritarias de la troika contra la mayoría de la población no rica, multiplicó su ya notable difusión mediática. Así que una opinión sobre política económica o sobre algún aspecto teórico de la economía que escribe o manifiesta Varoufakis tiene una repercusión nada desdeñable.
En esta conferencia, el economista griego defendió que está muy extendida la idea de que la riqueza es creada en la esfera privada y después generosamente distribuida en la esfera pública. La realidad, según defendió, es la opuesta. Continuó sobre lo ya expuesto en una conversación con Noam Chomsky en abril, en la cual el veterano activista estadounidense mostró que los más radicales descubrimientos médicos son solamente posibles a causa de las investigaciones financiadas por dinero público, algo, por cierto, en lo que ha investigado Mariana Mazzucato, que ha desmitificado la fábula de los grandes emprendedores privados tecnológicamente innovadores [1]. Las grandes corporaciones transnacionales, dada su posición monopólica u oligopólica, saquean recursos a la sociedad obteniendo sin ninguna justificación económica y ya no digamos con algún tipo de justicia, rentas oligopólicas y rentas tecnológicas. Gravar fiscalmente a tipos muy altos estas rentas sería algo de elemental justicia, pero no vale la pena gastar espacio aquí sobre la evidente y alejada voluntad de hacer tal cosa por parte de la mayor parte de gobiernos.
Además, las robotizaciones y automatizaciones de muchos puestos de trabajo, como viene siendo repetido por distintos estudios e investigaciones, no quedarán compensadas por nuevos puestos de trabajo debidos a estas mismas nuevas tecnologías robóticas y a algoritmos de inteligencia artificial. ¿Pleno empleo? Varoufakis no se hizo ninguna esperanza con el pleno empleo. Aun admitiendo que algún día llegue este pleno empleo, por ponerlo en palabras amables, ¿no sería racional, además de necesario, garantizar la existencia material de toda la población mientras llega este hipotético objetivo? Las vidas no son muy largas… Varoufakis mencionó que la RB podría ser una especie de dividendo social y no una subvención. Una idea que es heredera del gran republicano Thomas Paine, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que ya en el siglo XVIII abogaba por una especie de renta básica justificada en el producto de la tierra, que debía ser compartido entre todos sus habitantes. No por caridad, insistía, sino por justicia. En el siglo XXI la “nueva” tierra que genera riqueza y cuyos frutos deben ser redistribuidos es el acervo tecnológico y de conocimiento acumulado durante generaciones gracias sobre todo al gasto público y que permite incrementar continuamente la productividad del sistema.
Varoufakis se refirió también muy competentemente a aspectos normativos como cuando afirmó que “la libertad en acción requiere de una RB”. Pero también hizo alguna mención de pasada a algunas claves de una indudable importancia para entender el mundo económico en el que vivimos: “Es ilusoria la separación entre mercado y Estado, no hay mercado si no hay Estado”. Efectivamente, no existe mercado que no esté configurado políticamente. No se trata tanto de las “mayores” o “menores” regulaciones de los mercados, se trata de regulaciones en beneficio de unos o de otros. En plata: favorables a los ricos o favorables a la mayoría de la población. Esto es exactamente lo que quiere decir “configuración política de los mercados”. La RB permitiría poder rechazar determinados empleos porque “el derecho a rechazar un empleo es esencial para un mercado laboral que funcione bien (…) Para tener este derecho, debe existir esta opción”. Es la idea a la que varios autores se han referido y que puede ser resumida como el incremento del poder de negociación de la clase trabajadora que supondría una RB.
Otra noticia especialmente interesante es la encuesta que realizó en el pasado mes de abril el instituto de investigación de mercado Dalia Research. El periódico Spiegel informaba de que “el 64% de la ciudadanía europea votaría a favor en un referéndum para implantar una RB. Solo el 24% estaría seguro de que votaría en contra o probablemente en contra”. Se trata de la mayor encuesta sobre la RB realizada hasta hoy en Europa: más de 10.000 ciudadanos de los 28 Estados miembros de la UE. Más interesante: los resultados de esta encuesta revelan una gran correlación entre conocimiento de la propuesta y apoyo. Cuanto más conocida es, más apoyo recibe.
Los 6 principales Estados de la UE superaban muy ampliamente un “hipotético sí”, según este detalle: Reino de España, 71%; Italia, Alemania, Polonia y el Reino Unido superan el 60%, y Francia, el de menor aceptación de estos 6 Estados europeos, un 58%. Los datos del Reino de España coinciden de una manera espectacular con otra encuesta realizada en el mes de julio de 2015 en Cataluña por la empresa GESOP en donde se realizaron 1.600 entrevistas telefónicas (con un error muestral del ± 2,5% y un nivel de confianza del 95,5%) y en donde el 72% estaba de acuerdo con la pregunta:
“La renta básica es un ingreso de 650 euros mensuales que recibiría toda la población como derecho de ciudadanía, que sería financiada mediante una reforma fiscal y que supondría una redistribución de la renta del 20% de la gente más rica al resto de la población. ¿Estaría más bien de acuerdo o más bien en desacuerdo que se implantara en nuestro país?”
Y para más coincidencia el 4% de las personas que trabajaban en un empleo remunerado respondían en la encuesta europea que en caso de cobrarla dejarían de trabajar, frente a un 2,9% en la encuesta catalana (y precisamente los que cobraban los salarios más miserables: lo que es una muestra de la capacidad, como han venido insistiendo también distintas autoras y autores que tiene esta propuesta de aumentar la libertad de buena parte de la población, especialmente de la más vulnerable).
Es interesante volver a insistir en que el grado de coincidencia en los resultados entre el Reino de España y Cataluña es más bien espectacular tratándose de dos estudios completamente independientes de Dalia Research y de GESOP.
Y la tercera noticia que queríamos destacar: el próximo 5 de junio Suiza realizará un referéndum para saber si la población está a favor o en contra de la implantación de una RB en el país alpino. Se propone una RB de unos 2.500 euros mensuales para las personas adultas y 625 para los menores. Después de conseguir 126.000 firmas válidas, la ciudadanía votará a favor o en contra de este texto:
“La Constitución se modifica como sigue: Art. 110 bis (nuevo) renta básica incondicional.
La Confederación velará por el establecimiento de una renta básica incondicional.
La renta básica debería permitir a toda la población poder llevar una vida digna y participar en la vida pública.
La ley reglamentará la financiación y el importe de la renta básica”.
Una encuesta realizada en Suiza, mostraba que solamente un 2% dejaría de trabajar (remuneradamente) si se implantase una RB.
Las previsiones de los resultados del referéndum suizo del próximo 5 de junio son inciertas si bien ahora mismo va ganando el “no”. Las presiones de la banca, de la patronal y de determinados políticos y medios de comunicación son muy grandes para evitar el triunfo del “sí”. Pero los organizadores del referéndum ya han obtenido una gran victoria: esta iniciativa ciudadana ha conseguido abrir un debate a nivel nacional sobre el valor del trabajo (no solamente el remunerado), su relación con la acumulación de la riqueza, el consumismo, la desigualdad, la inseguridad, la clase de sociedad que desea la gente y el derecho a vivir con dignidad.
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