Alexis Tsipras, líder de Syriza y candidato de la izquierda a la Comisión Europea.-AFP/Archivo
Si hasta un italiano afirmaba ayer por los pasillos del hotel Auditorium de Madrid que la candidatura de Alexis Tsipras (Atenas, 1974) a la Comisión Europea podía servir de inspiración a los intelectuales de su país para impulsar un giro a la izquierda, es que lo del líder de Syriza ha traspasado los límites de la fe. El Congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE) convertirá este domingo en estandarte de la alternativa a la actual Unión Europea al casrismático político griego que hace apenas dos años sembraba el pánico en los mercados financieros por su discurso contra la austeridad impuesta a su pueblo a golpe de memorando.
La paranoia que Tsipras creó en algunas mentes europeas fue tal, que tras convertir a Syriza en la segunda fuerza de Grecia en las primeras elecciones de mayo de 2012, cogió un avión y se plantó en Berlín para explicarle una cosa a la canciller Angela Merkel: su país, si él gobernaba, rompería con la austeridad, no con el euro. Los mercados -los mismos que según el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, saben siempre a quién votará la gente -, no se tranquilizaron. Y tras los siguientes comicios celebrados en junio, justo cuando España estaba a punto de pedir el rescate bancario, se celebró un matrimonio entre los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del PASOK que satisfizo a todos los jefes de Gobierno de la UE.
Si hay algo que no se le puede reprochar a Tsipras es que no fuera consecuente en aquel momento con sus ideas y con las de las personas que le votaron. Su apuesta era romper con la austeridad y no pactó con el PASOK. Y lejos de perder la esperanza, ayer mismo dijo en el Congreso: "Estamos a un paso de gobernar en Grecia". Los griegos celebrarán en 2014 elecciones municipales y regionales antes de las del Parlamento Europeo. Para entonces, y con el impulso que pueda darle esta candidatura, Tsipras aspira a que la Gran Coalición a la griega se rompa y se adelanten los comicios generales.
La posible candidatura de Tsipras se fraguó el pasado mes de octubre en Madrid, cuando en una reunión preparatoria del Congreso del PIE, los dirigentes de la izquierda europea le trasladaron la idea. La condición fue que no tuviera que entrar en las listas de Syriza para las europeas porque eso habría significado tener que dejar Atenas y trasladarse a Bruselas.
Tsipras, sin embargo, lo tiene claro desde hace años y ayer volvió a expresar lo siguiente: "Dijimos y ha quedado demostrado que la élite política europea vio la crisis como una oportunidad para reescribir la política económica de Europa [...] Dijimos y ha quedado demostrado que la élite política europea - rehén voluntario de la señora Merkel - insiste en imponer a toda la Eurozona del Sur políticas que han deteriorado el problema inicial". Su candidatura, por tanto, es una forma muy elegante de sacarles los colores. "Esto me demuestra que para vosotros no es sólo un mandato o un candidato, sino una esperanza de un cambio en la Unión Europea", dijo ayer.
Hay un cuarto concepto que resulta extraño que ningún dirigente haya puesto encima de la mesa estos días. Tsipras es también símbolo de la lucha contra otra amenaza para Europa: el fascismo y el nazismo que representa Amanecer Dorado.
La gente, como también volvió a mostrar ayer, está en el centro de sus discursos. De ahí surge la fuerza de la Syriza de hoy y así lo explicaba el propio Tsipras el pasado mes de junio: "Las plazas comenzaron a llenarse en Atenas cuando empezó a circular por internet una pancarta que el 15-M había colocado en Sol y que preguntaba ¿Griegos, dónde estáis? [...] en la primera concentración en Syntagma, los manifestantes contestaron a esa llamada de los españoles con otra pancarta que decía: Los griegos estamos aquí [...] La izquierda en Grecia no estaban preparada para lo que pasó porque por primera vez veía algo muy potente que estaba surgiendo desde abajo [...] Syriza nunca se separó de las plazas y el éxito electoral viene de ahí".
Algunos pasajes de su discurso ayer recordaron al que había pronunciado el día anterior el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Pero sin duda el momento crucial fue cuando proclamó que "este es nuestro momento, es la última oportunidad para cambiar Europa". Es el momento Tipras. Para él y para toda la izquierda europea.
La paranoia que Tsipras creó en algunas mentes europeas fue tal, que tras convertir a Syriza en la segunda fuerza de Grecia en las primeras elecciones de mayo de 2012, cogió un avión y se plantó en Berlín para explicarle una cosa a la canciller Angela Merkel: su país, si él gobernaba, rompería con la austeridad, no con el euro. Los mercados -los mismos que según el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, saben siempre a quién votará la gente -, no se tranquilizaron. Y tras los siguientes comicios celebrados en junio, justo cuando España estaba a punto de pedir el rescate bancario, se celebró un matrimonio entre los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del PASOK que satisfizo a todos los jefes de Gobierno de la UE.
Si hay algo que no se le puede reprochar a Tsipras es que no fuera consecuente en aquel momento con sus ideas y con las de las personas que le votaron. Su apuesta era romper con la austeridad y no pactó con el PASOK. Y lejos de perder la esperanza, ayer mismo dijo en el Congreso: "Estamos a un paso de gobernar en Grecia". Los griegos celebrarán en 2014 elecciones municipales y regionales antes de las del Parlamento Europeo. Para entonces, y con el impulso que pueda darle esta candidatura, Tsipras aspira a que la Gran Coalición a la griega se rompa y se adelanten los comicios generales.
La posible candidatura de Tsipras se fraguó el pasado mes de octubre en Madrid, cuando en una reunión preparatoria del Congreso del PIE, los dirigentes de la izquierda europea le trasladaron la idea. La condición fue que no tuviera que entrar en las listas de Syriza para las europeas porque eso habría significado tener que dejar Atenas y trasladarse a Bruselas.
Una presidencia imposible
Todos en el PIE dan por hecho que nunca llegará a suceder a José Manuel Durao Barroso. Aunque lo de Tsipras no es una prueba al azar. Durante los últimos días, los delegados concentrados en Madrid han ido esgrimiendo cuál es el propósito de todo esto. Lo primero, que Grecia, encarnada en el líder de Syriza, es el símbolo por excelencia de la lucha contra la Troika. Lo segundo, que el funcionamiento mismo de la UE nunca haría posible que Tsipras sea presidente ya que es el Consejo Europeo el que decide en última instancia. Socialdemócratas y conservadores se han alternado periódicamente en los puestos de poder en la Unión y en plena crisis de electores, nada hace indicar que eso no vaya a seguir así.La candidatura de Tsipras es una manera muy elegante de sacarle los colores a la UE
Más bien, lo contrario. Los socialistas europeos ya han propuesto al cargo al actual presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y esto está íntimamente relacionado con el tercer motivo del reto de Tsipras. Schulz es socialdemócrata alemán. Los mismos socialdemócratas que se han fundido en la nueva Gran Coalición con Merkel. Por tanto, no parece que sea una figura neutral. El mensaje que ya ha empezado a correr es que con la Comisión en sus manos y al lado de la canciller en el Gobierno, serán capaces de parar la austeridad. Tsipras, sin embargo, lo tiene claro desde hace años y ayer volvió a expresar lo siguiente: "Dijimos y ha quedado demostrado que la élite política europea vio la crisis como una oportunidad para reescribir la política económica de Europa [...] Dijimos y ha quedado demostrado que la élite política europea - rehén voluntario de la señora Merkel - insiste en imponer a toda la Eurozona del Sur políticas que han deteriorado el problema inicial". Su candidatura, por tanto, es una forma muy elegante de sacarles los colores. "Esto me demuestra que para vosotros no es sólo un mandato o un candidato, sino una esperanza de un cambio en la Unión Europea", dijo ayer.
Hay un cuarto concepto que resulta extraño que ningún dirigente haya puesto encima de la mesa estos días. Tsipras es también símbolo de la lucha contra otra amenaza para Europa: el fascismo y el nazismo que representa Amanecer Dorado.
De la nada a la admiración absoluta
La esperanza que ha despertado el fenómeno Syriza en algunas organizaciones europeas de izquierdas se ve reflejada en los rostros de sus dirigentes cuando tienen delante a Tsipras. Es una mezcla de admiración e ilusión que ninguno puede ocultar."Syriza nunca se separó de las plazas y el éxito electoral viene de ahí"
Tsipras es una persona afable y que se molesta por conocer a fondo los problemas. Nació tres días después de la caída de la Junta Militar y desde joven militó en el movimiento comunista liderando protestas estudiantiles. En sus primeras elecciones, en 2006, se presentó candidato al Ayuntamiento de Atenas y quedó tercero. Su lenguaje es el de la calle, donde le gusta mezclarse con la gente en los mítines provocando seguramente más de un quebradero de cabeza a la corte de guardaespaldas que le siguen. La gente, como también volvió a mostrar ayer, está en el centro de sus discursos. De ahí surge la fuerza de la Syriza de hoy y así lo explicaba el propio Tsipras el pasado mes de junio: "Las plazas comenzaron a llenarse en Atenas cuando empezó a circular por internet una pancarta que el 15-M había colocado en Sol y que preguntaba ¿Griegos, dónde estáis? [...] en la primera concentración en Syntagma, los manifestantes contestaron a esa llamada de los españoles con otra pancarta que decía: Los griegos estamos aquí [...] La izquierda en Grecia no estaban preparada para lo que pasó porque por primera vez veía algo muy potente que estaba surgiendo desde abajo [...] Syriza nunca se separó de las plazas y el éxito electoral viene de ahí".
Algunos pasajes de su discurso ayer recordaron al que había pronunciado el día anterior el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Pero sin duda el momento crucial fue cuando proclamó que "este es nuestro momento, es la última oportunidad para cambiar Europa". Es el momento Tipras. Para él y para toda la izquierda europea.
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